Vivimos en un momento de incertidumbre. A pesar de que una pandemia ya nos visitó en 1918, seguimos llegando, quizás, tarde a las cosas. La historia está para aprender y para cambiarla. Lo segundo lo hacemos bien, pero quizás en el sentido contrario. Lo primero muchas veces lo dudo.
Poner el televisor a cualquier hora significa envolverte en una ruleta de depresión: coronavirus, muertes, contagios, confinamiento, preocupaciones, etc, son las maravillas catastróficas que nos hacen mal-llevar estar encerrados entre cuatro paredes, con suerte (no la mía) con patio donde salir a respirar y tomar un poco de Vitamina D.
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